Por Albany Tudares.
Desde mi vivencia personal he experimentado sanidad en diferentes áreas de mi cuerpo y puedo dar testimonio de ello. Sin embargo, en esta ocasión cuando Dios me enseñó que ¨La sanidad es una promesa cumplida y no por cumplirse¨ fue cuando mi mamá sufrió una hemorragia cerebrovascular.
Ella duró 27 días en Cuidados Especiales, digo especiales porque no tuvo la oportunidad de ingresar a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), debido a la situación país de ese momento y a la falta de recursos que se vivía en Venezuela.
Uno de los médicos que la atendió me dijo: ¨Ella necesita una UCI, pero no hay habitaciones disponibles. Ya depende de ustedes como familia que le den los cuidados necesarios¨…
Fue una situación muy difícil porque en ese momento se requería de recursos que no teníamos disponibles. Sin embargo, como familia nos aferramos a nuestra fe y confiamos en que Dios respondería a nuestras oraciones. Sin dejar de hacer lo humanamente necesario, como era cumplir con su tratamiento médico.
Mi mamá tuvo episodios donde no reconocía si era de día o de noche, tampoco recordaba si había comido. En medio de esa oscuridad y momentos quedaba devastada, siempre clamé a Dios porque creo que solo él tiene el poder.
La causa de la muerte de Jesús fue el precio de nuestra sanidad
En el pasaje bíblico Jeremías 53, se profetiza acerca del sacrificio de Jesús, el cual sigue teniendo vigencia en la actualidad. Jesús vino a este mundo y entregó su vida por cada uno de nosotros, su muerte tuvo como propósito el pago por nuestra sanidad.
Jeremías 53:4-5 «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, herido por Dios y afligido. Mas él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados».
Dios no cambia ni varía
Santiago 1:17 «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación».
En este versículo proclamamos que Dios es constante en su amor y fidelidad, lo que hizo en el pasado sigue vigente en el presente. No hay deuda pendiente, él ya pagó por completo el precio necesario. Por lo tanto, debemos:
- Declarar,
- Creer y
- Vivir en esta verdad
Porque lo que Dios ha sanado no volverá a enfermar, ya que en él no hay cambio ni inconstancia. Lo que hizo en la cruz ayer, sigue teniendo vigencia hoy si confiamos en él. Por lo tanto, nuestro cuerpo puede manifestar su poder sanador si creemos en su palabra.
El Poder de la Oración
Mientras oraba por ver a mi mamá de pie, el Señor me guiaba a orar por diferentes partes de su cuerpo que no tenían nada que ver con su cerebro. Hoy más que nunca entiendo que ella ya estaba sana porque Jesús la sanó en la cruz.
Oré para que Dios visitara la habitación de mi madre y ella pudiera conocerlo de una manera diferente, como un Dios vivo que realiza milagros, tal como lo había experimentado en el pasado. Mi mamá ya había experimentado su poder en una situación de salud anterior, y confiaba que esta vez no sería la excepción.
Recuerdo una noche en la que me asomé por la ventana del hospital y presencié una inusual escena: Ángeles luchando entre sí. Es curioso cómo, con el paso del tiempo, he llegado a la convicción de que esos ángeles peleaban en mi favor. Desde el décimo piso, vi una enorme hoja sobre la cual los ángeles libraban una batalla contra una nube negra que intentaba subir y alcanzarlos. Los ángeles no lo permitieron, protegiendo así el lugar donde ellos reposaban.
Al día siguiente fui a mi casa, mientras preparaba las cosas para volver al hospital escuchaba la radio y comenzó a sonar la alabanza ¨Miles de Ángeles¨ de la Salmista Madely Márquez.
En ese momento me quebranté y pude entender que no era una visión cualquiera la que el Señor me había dado, habían Ángeles con espada desenvainada peleando a nuestro favor, protegiendo la vida de mi Mamá y trayendo sanidad a su cuerpo (aquella que los médicos decían que podía quedar sin caminar, su cuerpo sin fuerzas y un sin fin de maldiciones que Jesús ya había roto en la cruz). Incluso cuando la provisión escaseaba, Dios suplía nuestras necesidades y obraba milagros en nuestra situación.
¡Dios Apareció!
Posteriormente, mi mamá fue ingresada para realizarle una panangiografía cerebral porque había coágulos de sangre en su cerebro. Y justo en ese momento comprobamos que ¡Dios Apareció! ya que los médicos nos indicaron que al iniciar con el procedimiento no fue necesario continuar porque no existían dichos coágulos en su cerebro. Jesús lo hizo en la cruz y su promesa se hizo vigente en su vida.
Mi madre fue dada de alta, caminando, fuerte y gozando de las promesas de Dios en su vida. Él llevó el precio y ella lo disfruta. Creo firmemente que Dios está atento a nuestras oraciones de sanidad y que su palabra permanece para siempre en los cielos.
Como dice el Salmos 119:89 «Para siempre oh Jehová permanece tu palabra en los cielos».
Luego de esta experiencia y testimonio de vida, los invito a entregar nuestras cargas a Dios, oremos sin cesar y confiemos en que él aparecerá en nuestras vidas, sanando nuestro cuerpo y alma.
Receta de Fe
Para fortalecer nuestra fe, te invito a seguir estos sencillos pasos:
- Tómala cada mañana después del desayuno
Isaías 53:4-5 «Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz y gracias a sus heridas fuimos sanados».
- Tómala por las noches antes de dormir.
Salmo 147:3 «El Señor restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas».
Marcos 10:51-52 «¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. Rabí, quiero ver —respondió el ciego.
Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado. Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino».
Tu que me lees, recuerda que Dios está atento a tu clamor, puedes acercarte a él confiadamente. En él no hay mudanza ni sombra de variación, su promesa de sanidad es real y está vigente en nuestras vidas. Sea cual sea la causa de tu enfermedad, la de un amigo o familiar la curación es la misma, Jesús ya pagó el precio. Clama con la convicción que él te oye, él accionará a tu favor porque ¡Dios Aparece!